Los astrónomos estiman que existen alrededor de 100 millones de agujeros negros vagando entre las estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, pero nunca han identificado de manera concluyente un agujero negro aislado. Después de seis años de meticulosas observaciones, el Telescopio Espacial Hubble de la NASA, por primera vez en la historia, ha proporcionado pruebas de la existencia de un agujero negro aislado que se desplaza a través del espacio interestelar mediante una medición precisa de la masa del objeto fantasma.
¿Es frecuente que las estrellas se encuentren solas en el universo? Para averiguar esto en el caso de las enanas café —cuerpos celestes que se encuentran a medio camino entre los planetas más masivos y las estrellas más pequeñas—, es necesario descubrir nuevos ejemplos de sus compañeros estelares. Eso es precisamente lo que hizo el científico ciudadano, Frank Kiwy, mediante el uso de la plataforma de ciencia Astro Data Lab de NOIRLab de NSF que le permitió descubrir 34 nuevos sistemas binarios ultrafríos en el vecindario del Sol, casi duplicando la cantidad de este tipo de sistemas conocidos hasta ahora.
Cuando Ricardo Giacconi, primer director del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STScI), desafió a su personal a “pensar en la próxima gran misión más allá del Hubble”, nació el sueño de un telescopio espacial de próxima generación. En septiembre de 1989, en un taller realizado en STScI antes incluso del lanzamiento del Hubble, se propuso el concepto de crear un gran telescopio espacial infrarrojo y el sueño dio sus primeros pasos para convertirse en realidad. Más de 30 años después, ahora somos testigos de las primeras imágenes científicas de ese telescopio de próxima generación, el Telescopio Espacial James Webb (JWST). El camino hasta este momento no ha sido fácil ni recto. Pero incluso con muchos golpes, giros y vueltas, un grupo de científicos, ingenieros y simpatizantes de todo el mundo seguían creyendo que este telescopio sería transformador. AURA saluda a esos creyentes y al esfuerzo internacional de personas talentosas que trabajaron tan duro para hacer posible este momento.
¿Sabías que el espacio entre la Tierra y el Sol alberga a los Cisnes Negros y los Reyes Dragón? ¿O que nuestro Sol es único en el sentido de que no es como una “estrella tipo solar”?
Una inusual galaxia enana de bajo brillo, fue descubierta en los márgenes exteriores de la galaxia de Andrómeda gracias a la minuciosa observación de un astrónomo amateur que examinaba datos de archivo tomados en Cerro Tololo y procesados por el Centro de Datos para la Comunidad Científica de NOIRLab. Seguimientos posteriores de astrónomos profesionales que utilizaron el Observatorio internacional Gemini, un Programa de NSF y Observatorio AURA, revelaron que la nueva galaxia —nombrada como Pegasus V—, contiene muy pocos elementos pesados y que probablemente se trate de un fósil de las primeras galaxias.
Los astrónomos ahora pueden saber por qué motivo Urano y Neptuno tienen distintos colores. Mediante observaciones del telescopio de Gemini Norte, las Instalaciones del Telescopio Infrarrojo de la NASA y el Telescopio Espacial Hubble, los científicos han desarrollado un modelo atmosférico único que coincide con las observaciones de ambos planetas y que revela que el exceso de neblina en Urano se acumula en la atmósfera inactiva y estática del planeta y hace que se vea de un tono más claro que el de Neptuno.
Completando un maratón de casi 30 años, el telescopio espacial Hubble de la NASA ha calibrado más de 40 “marcadores de hitos” de espacio y tiempo para ayudar a los científicos a medir con precisión la tasa de expansión del universo, una búsqueda con un giro en la trama.
Con sus segmentos de espejo bellamente alineados y sus instrumentos científicos en proceso de calibración, el Telescopio Espacial James Webb de la NASA está a solo unas semanas de estar en pleno funcionamiento. Poco después de que se revelen las primeras observaciones este verano boreal, Webb comenzará a realizar profundas investigaciones científicas.
Los miembros del equipo del Programa Sinóptico Integrado del Observatorio Nacional Solar (NISP, por sus siglas en inglés) fueron seleccionados recientemente para recibir un premio de la Fundación Nacional de Ciencias, “Grand Challenges in Integrative Geospace Sciences: Advancing National Space Weather Expertise and Research toward Societal Resilience (ANSWERS)”.
Desde que Samuel Heinrich Schwabe descubrió la naturaleza cíclica de las manchas solares en 1843, los astrónomos han estudiado los cambios en la actividad magnética del Sol a lo largo de los ciclos solares.